Carlos Graterol
1 de nov de 2023
Ante la incertidumbre y las amenazas, los seres humanos tienen una tendencia innata a personificar y atribuir intenciones humanas a lo desconocido
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Ante la incertidumbre y las amenazas, los seres humanos tienen una tendencia innata a personificar y atribuir intenciones humanas a lo desconocido. Este comportamiento se remonta a siglos atrás y tiene sus raÃces en la necesidad de encontrar sentido en situaciones impredecibles.
En momentos de crisis, como la epidemia de la peste en la Europa del siglo XIV, surgió la personificación de la muerte en forma de la Parca, un esqueleto encapuchado. Aunque esta figura se ha representado de diversas maneras a lo largo de la historia, el común denominador es la humanización de un fenómeno natural.
Incluso en la era de la Ilustración, cuando la ciencia avanzaba, seguimos personificando elementos como el COVID-19. Durante la pandemia, muchos describieron al virus como si tuviera la intención de destruir a la humanidad, representándolo con brazos, piernas y sonrisas malvadas en dibujos. Esta tendencia tiene una utilidad psicológica: nos proporciona una sensación de previsibilidad y comprensión en situaciones caóticas.
Lo mismo ocurre con el clima extremo, donde damos nombres a huracanes y tormentas y les atribuimos intenciones humanizadas de ira y venganza. Además, cuando nuestros dispositivos tecnológicos fallan, los maldecimos como si fueran seres con voluntad propia.
El filósofo David Hume propuso que esta tendencia de atribuir caracterÃsticas humanas a lo desconocido es una forma de lidiar con la incertidumbre.
Nuestra mente busca entender lo que no puede prever y controlar. Un famoso experimento realizado en la década de 1940 por Fritz Heider y Marianne Simmel mostró que, incluso con figuras geométricas abstractas, las personas creaban historias y atribuÃan personalidades, demostrando nuestra tendencia a humanizar lo que nos rodea.
Esta tendencia tiene implicaciones importantes en nuestra toma de decisiones. Al personificar la suerte, por ejemplo, las personas tienden a tomar decisiones financieras más riesgosas. Sin embargo, cuando se trata de la salud, personificar enfermedades puede aumentar la percepción de riesgo y motivar a las personas a tomar precauciones. Investigaciones demuestran que mensajes que antropomorfizan enfermedades, como el COVID-19, fomentan un mayor cumplimiento de las guÃas de salud pública.
La tendencia a personificar amenazas y fenómenos naturales es inherente a nuestra naturaleza humana. Aunque puede exacerbar el comportamiento irracional en ciertos contextos, también puede proporcionar una sensación de control y comprensión en situaciones inciertas. La clave está en utilizar esta tendencia de manera efectiva, especialmente en campañas de salud pública, para fomentar un comportamiento más seguro y consciente en la sociedad. Fuente: BBC
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