Carlos Graterol
11 de sept de 2023
Cuando los bebés dan sus primeros pasos hacia la independencia alimentaria, suelen experimentar un cambio en su apetito. ¿Por qué? Aquí la explicación
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Tu pequeño a veces puede ser un desafío en la mesa, ¿verdad? La falta de apetito en los niños es una preocupación común para ti, mamá o papá. Sin embargo, antes de entrar en pánico, es esencial entender que esto es completamente normal y puede deberse a diversas razones.
Durante su primer año de vida, los bebés crecen a pasos agigantados, y esto requiere una gran cantidad de energía. Por lo tanto, consumen más en relación con su tamaño que los adultos.
Pero, ¡cuidado! A medida que se acerca a su primer año, su tasa de crecimiento disminuye, lo que se traduce en un apetito reducido. Algunos niños pueden empezar a comer menos a los nueve meses, mientras que otros esperan hasta los dos años. Esta transición puede ser un desafío para los padres, ya que a menudo esperan que sus pequeños coman igual que antes.
Es importante recordar que cada niño es único. Algunos pueden comer más, mientras que otros menos, y eso está bien. No obligues a tu hijo a comer en exceso, ya que esto puede convertir la hora de la comida en un enfrentamiento innecesario.
Entonces, ¿qué puedes hacer para enfrentar la falta de apetito de tu pequeño? Aquí tienes algunos consejos:
Crea un ambiente agradable: haz de la hora de la comida un momento placentero y libre de presiones. Evita relacionar la comida con el castigo si no termina el plato.
Cambia su percepción de la cantidad de comida: sirve porciones adecuadas para su edad en platos más grandes. Esto le hará sentir que hay menos comida en su plato.
Fomenta su autonomía: deja que participe en la preparación de la mesa y permite que se sirva a sí mismo, fomentando su independencia.
Coman en familia: comer juntos como familia puede influir positivamente en sus hábitos alimenticios, adoptando comportamientos saludables.
Promueve una alimentación equilibrada: introduce una variedad de alimentos saludables en su dieta para acostumbrar su paladar a diferentes sabores.
Evita complacer y exigir exquisiteces: mantén la hora de la comida con un propósito claro y necesario.
Ofrece lo necesario: no compares la cantidad de comida que come tu hijo con la tuya. Permítele decidir cuánto comer según su hambre y necesidades de desarrollo.
Recuerda, tu pequeño come por necesidad, no por obligación. Respetar su sabiduría natural en relación a sus necesidades alimenticias es esencial para su crecimiento físico y emocional. Así que, ¡relájate y disfruta de las comidas en familia sin preocupaciones! Fuente: Guiainfantil.com
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